Expresidente de la Iglesia Adventista reflexiona sobre la serie de diálogos “Hablemos”

Los que hacen “preguntas difíciles” hoy son los líderes de mañana, dice Paulsen

Silver Spring, Maryland, United States | Elizabeth Lechleitner/ANN

Un nuevo libro de Jan Paulsen, el ya jubilado expresidente de la Iglesia Adventista mundial, amplifica las preguntas, preocupaciones y mejores esperanzas de cientos de jóvenes.

Paulsen, que otorgó prioridad al ministerio a los jóvenes durante su liderazgo, se hizo muy conocido por las transmisiones televisivas “Hablemos”, una serie de unas treinta discusiones en vivo y espontáneas que abarcó siete años y más de una decena de países.

“Let’s Talk: Conversations With Young Adventists About Their Church” [Hablemos: Diálogos con jóvenes adventistas sobre la iglesia] reflexiona sobre las ideas motivadas por esos diálogos, pero lo que es más importante, dice Paulsen, el libro tiene el propósito de fomentar un diálogo duradero entre generaciones de adventistas.

Cada capítulo comienza con fragmentos editados de las preguntas que recibió Paulsen, ya sea durante las transmisiones de “Hablemos” o en el sitio web que las acompañó. A esto le sigue una reflexión sobre los temas e ideas que surgieron; y entonces vienen preguntas adicionales que buscan motivar discusiones adicionales. Paulsen dice que él imagina a grupos de adventistas, sean jóvenes o viejos, que se reunirán de manera periódica para tener estos intercambios,  forjando un espacio que les permita avanzar juntos como iglesia.

Paulsen, que fue presidente de la Iglesia Adventista entre 1999 y 2010, hizo llamados al comienzo de su período a los directivos de todas las divisiones mundiales de la iglesia, para que “cambiaran el modelo” de liderazgo eclesiástico y eligieran un cupo de delegados jóvenes. Más tarde, Paulsen se puso al frente de los esfuerzos de incluir más jóvenes en el ente principal de decisión de la iglesia, la Junta Directiva, compuesta por unos trescientos miembros.

En una entrevista reciente, Paulsen reflexionó sobre estos esfuerzos, los diálogos de “Hablemos”, y compartió las lecciones que espera que la iglesia siga abrazando en los próximos años. A continuación se presentan fragmentos editados:

Red de Noticias Adventistas (ANN): ¿Qué es lo que más le asombró cuando comenzó esta serie de diálogos con los jóvenes?

Jan Paulsen: Aprendí muy pronto que aunque algunas de sus preguntas podían parecer frívolas o superficiales, en sus corazones estaban muy interesados en la iglesia. Para mí estaba claro que también tenían interés en los grandes temas. Ellos quieren que la iglesia ande bien y sea efectiva.

ANN: ¿Qué es lo más importante que pueden hacer los adventistas de más edad para incluir a los creyentes jóvenes?

Paulsen: Hablarles. Y conservar el diálogo. Cuando la gente no dialoga, ¿qué sucede? Se separan y alejan. Y una segunda idea: la iglesia necesita hallar maneras de confiar en sus jóvenes. Son brillantes, llenos de energía, poseen dones espirituales, les gustaría que esto fluyera hacia la vida de la iglesia. No se muestran reacios, sino tan solo frustrados porque las cosas no funcionan. Digo yo, confiemos en ellos lo suficiente como para darles el espacio de cometer errores.

ANN: ¿Hay pasos que los jóvenes deberían tomar para fomentar esta relación de confianza?

Paulsen: Cuando la gente no se comunica, aparecen las caricaturas. Y sí, esto se aplicas a ambas partes. Los miembros de más edad tienen preocupaciones muy legítimas que es útil que los jóvenes entiendan. Por ello, necesitan verse atraídos hacia ese diálogo, que les permitan compartir su tiempo, agenda y preocupaciones. Porque es en gran parte un proceso de ida y vuelta.

ANN: ¿Cuál es una de las áreas clave sobre las que solían preguntarle?

Paulsen: Uno de los temas que a los jóvenes se les hace difícil entender es qué criterios usamos para mantener las normas, ya sea las joyas, el maquillaje, la vestimenta, o lo que sea. Si yo compro algo para colgármelo del cuello, muchos de los mayores dirán: “Está mal”, no solo porque es decorativo, sino porque he derrochado dinero en ello. Pero algunos mayores van y compran ropas y automóviles mucho más caros, y el joven entonces dice: “¿Quién es el que derrocha dinero? ¿Hay un estándar que sea consecuente?” No es que están investigando para encontrar faltas en los mayores, sino que les gustaría ver que son consecuentes para tener a qué aferrarse. Es una pregunta difícil.

ANN: En su libro, usted dice que el índice de jóvenes que abandona la iglesia es “catastrófico”. Otros adventistas podrían decir que el índice de evangelismo en algunas partes del mundo es igualmente preocupante. ¿Cómo convencer a una iglesia con tiempo y recursos limitados que los jóvenes son un campo misionero válido?

Paulsen: Antes que nada, son parte de una familia. Para mí, ese es un factor importante. Si son parte de mi familia, Dios nos ha dicho (y nuestra profetisa [la cofundadora de la denominación Elena White] nos ha recordado muchas veces) de la inmensa responsabilidad que tenemos hacia nuestras familias. Por eso, tiene que ser una prioridad cuidar a los niños y jóvenes de mi iglesia. Ellos son mi familia. Haremos todo lo que podamos [en otros campos misioneros], pero si no nos ocupamos de esto, me temo que seremos juzgados con severidad. Y lo que es más, los jóvenes conforman el cincuenta por ciento de la iglesia. A veces me pregunto: “¿Qué aspecto tendrá esta iglesia si todavía estamos aquí en treinta o cuarenta años?” Los que hoy me hacen preguntas difíciles serán entonces los miembros mayores de la iglesia.

ANN: Durante un año en el que la iglesia cumple 150 años de ministerio, se nos recuerda qué jóvenes eran muchos de nuestros pioneros. ¿Por qué en la actualidad no estamos viendo más de estos líderes jóvenes destacados?

Paulsen: Creo que podemos retroceder aún más. Los discípulos de Jesús mismo tenían menos de 30 años. En mi libro que el obstáculo es que los jóvenes no tienen experiencia. Pero la experiencia es un valor sobrevaluado. Más que la experiencia, creo que hay que valorar la actitud correcta, cómo es la persona, su personalidad básica, si es alguien bondadoso. La bondad es un gran valor. Algunas personas son por naturaleza difíciles, hasta argumentativos. Es difícil hallar la consideración y la generosidad. Estas son cualidad que para mí son de importancia esencial para la función de la iglesia. La experiencia es algo que se obtiene con el tiempo al hacer el trabajo. No hay otra forma de obtenerla. Insto a los líderes para que encuentren una persona joven que esté dispuesta, que se interese en la iglesia, que ame al Señor, que le guste involucrarse, y que lo dejen libre. Después de todo, nosotros creemos, no es así, que el Espíritu Santo ha sido derramado sobre ellos. ¿Qué nos dice Hechos capítulo 2? Que en los últimos días, el Espíritu Santo sería derramado sobre vuestros hijos e hijas.

ANN: En los últimos tiempos la iglesia ha hecho algunos esfuerzos de incluir más jóvenes en puestos de toma de decisiones. Pienso específicamente en los delegados jóvenes presentes en los Congresos de la Asociación General 2005 y 2010. ¿Ve que se está avanzando en este sentido? 

Paulsen: Creo que es importante, porque la iglesia está mandando una señal con esto. Pero creo que es mucho más importante ver este nivel de participación a nivel de la iglesia local. Me gustaría ver la suficiente confianza para que los más avanzados en años estén dispuestos a elegir a los jóvenes para que tengan responsabilidades en la iglesia local. Asimismo, creo que en ciertas juntas locales, tales como las juntas directivas de las asociaciones o la junta de una institución educativa, tienen que hacerse esfuerzos para escoger profesionales jóvenes, gente que tenga entre 25 a 35 años, personas que ya sean profesionales y estén trabajando, y que tengan una perspectiva que puedan incorporar para beneficio de la institución.

ANN: ¿Qué cosa de la serie “Hablemos” cree usted que logró conectarse más con los jóvenes adventistas de todo el mundo?

Paulsen: Descubrí que lo importante no es necesariamente tener respuestas. Sí, los jóvenes esperaban algunas respuestas, pero de mayor importancia era el hecho de que pudieran hablar a un líder de la iglesia sobre estas cosas. Y hubo momentos en que dije: “No sé”. O en los que me preguntaban, y yo les respondía: “¿Qué piensan ustedes?”, y así obtenía una nueva perspectiva. De manera que era la dinámica de ese diálogo, que creo yo era importante para ellos. Creo también que el medio televisivo tenía cierto atractivo. Fue una oportunidad de hablar con la iglesia en general. Y a mí me resultó altamente satisfactorio. Fue una alegría para mí estar con ellos, una alegría ver cómo piensan y la capacidad que tienen de participar. De manera que muchas veces, al final de uno de esos diálogos, me ponía a pensar: “¡Qué familia increíble que tenemos!” Y me prometí que me ocuparía de las cosas que estaban bien o mal, pero que jamás me pondría a juzgarlos.

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