Southern Asia-Pacific

Aviación Misionera Adventista, una necesidad aún vital en la Ventana 10/40

Pilotos misioneros enfrentran desafíos y vuelos diarios de diez horas para llevar a casa un avión misionero

Teresa Costello with additional reporting by Wendy Roberts

Por lo general, cuando uno necesita remplazar algo, uno ahorra, va a la tienda, lo busca, lo paga y regresa a su casa. Es un proceso muy simple, a menos que lo que se necesite es un avión para ser usado en la obra misionera.

Para el piloto Gary Roberts, de Aviación Adventista Indonesia (AAI), esto significó pilotear un Pilatus Porter (PC-6) desde Viena (Austria) a su nuevo hogar en la sede central de la AAI en Papúa (Indonesia), un viaje que requeriría paradas en más de una decena de países, permisos para 17, y más de ochenta horas de vuelo.

Este tipo de viaje no es nuevo para este misionero veterano. En efecto, cuando él y su familia vivían en Sudamérica, voló varias veces entre Sudamérica y los Estados Unidos en diversas aeronaves. También ha piloteado un Twin Comanche desde el estado de Tennessee (Estados Unidos) hasta las Filipinas, y un Caravan desde los Estados Unidos hasta Angola. Sin embargo, este vuelo desde Austria hasta Indonesia fue mucho más largo, de manera que para cuando Gary llegó a su casa, en realidad había completado un vuelo alrededor del mundo en una pequeña aeronave por líneas de longitud.

Para lograr esto, Gary se apoya en la oración, la planificación y algunas pautas prácticas. Vuela de día toda vez que sea posible, viaja con combustible extra, emplea un sistema de rastreo, y lleva equipos de emergencia tales como una balsa inflable, un salvavidas y otros equipos de supervivencia.

En parte del viaje, su amigo y piloto Dwayne Harris, de Servicios de Aviación Médica Adventista de las Filipinas (PAMAS) actuó de copiloto. Gary voló desde Viena hasta Croacia, y entonces hasta Atenas (Grecia), donde buscó a Dwayne. De allí, volaron segmentos de diez horas desde Atenas hasta Egipto, y entonces desde allí hasta Abu Dhabi (Emiratos Árabes Unidos).

El segundo segmento implicó una aventura inesperada. El Pilatus no posee piloto automático, de manera que requiere la concentración del piloto a cargo, dado que el avión tiene la tendencia de salir de su curso si no se lo observa. Al continuar el viaje ese día, la ruta los llevaba sobre Arabia Saudita. Dwayne dice que “al cruzar el desierto, uno esperaría que el clima fuera bueno, porque es un desierto seco, pero fue el peor clima de todo el vuelo. Se puso muy difícil. Estábamos a más de tres mil metros y comenzamos a formar hielo. Entonces tuvimos que solicitar un cambio de ruta y descendimos para estar debajo del nivel de congelamiento y salir de esa condición”.

Durante situaciones como esa, dice Dwayne, “estuvo bueno tener dos pilotos para compartir las responsabilidades. En un vuelo normal, reduce definitivamente la carga de cada uno. A menudo, al volar en una zona nueva, no se conocen muy bien las cosas, y hay que cambiar de ruta. Si uno tiene otro piloto que puede determinar dónde se necesita ir e ingresar los datos en el GPS, facilita mucho las cosas, dado que el otro solo se dedica a volar”.

Aunque Gary había obtenido las visas necesarias para todos los países que lo requerían, Dwayne no pudo obtener una visa para parar en la India. Como resultado, desde Abu Dhabi tuvo que regresar a las Filipinas, y Gary voló solo el resto del viaje.

Con el impulso de las muchas personas que oraron por el viaje, Gary se aventuró desde Abu Dhabi a la India, de allí a Bangladés, y de allí a Tailandia, luego a Borneo y a varios otros puntos de Indonesia, hasta llegar a la sede central de la AAI el martes 8 de diciembre.

Gary agradece especialmente por los que oraron por su viaje. “Gracias a todos por sus oraciones”, dice. “Sigan orando para que Dios bendiga a la gente donde trabajamos y les dé la verdad”.

AAI ahora puede continuar con su labor de esparcir el evangelio de manera práctica, expandiendo sus servicios de transporte de pastores, instructores bíblicos, misioneros e impresos a zonas inaccesibles a los vehículos. Asimismo, podrán ofrecer más vuelos médicos para los heridos o enfermos de zonas remotas, para que puedan ser atendidos en ciudades más grandes.

Dwayne explica: “No siempre participamos directamente de la obra bíblica en esas zonas remotas, pero [nuestros servicios] abren el camino. También ahorra mucho tiempo; de lo contrario, los obreros tienen que pasar un día o aún más caminando por las montañas.

“Aquí en la Ventana 10/40 la aviación misionera no es un lujo sino algo esencial”, enfatiza. “Muchos no se dan cuenta de que en Indonesia hay zonas, grandes zonas rurales, con grupos tribales que no han sido alcanzados ni han escuchado del evangelio. La aviación es clave para abrir esas zonas al evangelio”.

Si desea más información sobre la obra de la AAI, puede ver un video de Misión Adventista aquí. También puede contactar a los Roberts en [email protected]

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