Adventist History

En Battle Creek, las presentaciones de la tarde destacan las lecciones de la historia

“¿Adónde vamos a partir de ahora?”, pregunda el presidente de la Iglesia Adventista

Battle Creek, Michigan, United States | Mark A. Kellner/Adventist Review and Elizabeth Lechleitner/ANN

En último término, pareció apropiado que un archivista (en este caso, David Trim, de la Iglesia Adventista mundial), sintetizara dos días de presentaciones que reflexionaron sobre los 150 años desde que se organizó formalmente la denominación.

“Es el sueño de un historiador”, dijo Trim en la tarde de ayer ante una audiencia de directivos reunidos en la Aldea Histórica Adventista. “Que los líderes de la iglesia se sienten durante dos días a escuchar de la historia. Tendría que suceder más a menudo”.

Los dos días de repaso histórico no fueron, sin embargo, solo un ejercicio académico. Por el contrario, las presentaciones buscaron ayudar a que los delegados al Concilio de Primavera de la Iglesia Adventista (una de los dos encuentros administrativos bianuales) comprendieran las raíces del adventismo actual, y que extrajeran lecciones de las vidas de los pioneros, primeros creyentes y aun apóstatas.

El fervor de los primeros adventistas en ocasiones se esfumó: Moisés Hull, que fue uno de los que sugirió el nombre “Iglesia Adventista del Séptimo Día”, más tarde apostató y se hizo espiritista. John Harvey Kellogg, líder de salud y educación de la iglesia en sus primeros años, construyó el afamado Sanatorio de Battle Creek, pero más tarde luchó contra el control de la iglesia, y en 1907 fue desfraternizado como resultado de su defensa de ideas panteístas. Hacia el fin de su vida, Kellogg reconoció sus errores al menos en privado, pero rehusó ser rebautizado por temor a crear controversias, dijo Bill Knott, editor de las revistas Adventist Review y Adventist World.

Es triste saber, dijo Knott, “que la historia de Kellogg terminó mucho antes de su muerte”, debido a su separación del movimiento.

Ella Simmons, veterana dentro del sistema educativo adventista que ahora cumple su segundo término como una de las vicepresidentes generales de la Iglesia Adventista mundial, habló del colapso de las instituciones centradas en Battle Creek: el sanatorio, que tomado por Kellogg y más tarde se quemó; la casa editora Review and Herald, también destruida por el fuego; y el Colegio Superior de Battle Creek, que en último término colapsó.

Simmons dijo que Elena G. White, una de las pioneras de la iglesia, había advertido a los directivos de la iglesia que no participaran de la “proliferación de edificios”, como lo llamó ella, en Battle Creek. White temía que la concentración de instituciones en un solo lugar llevaría a un pensamiento estrecho y perjudicaría la actividad misionera de la iglesia, explicó, y añadió que White más tarde llegó a decir en un artículo para la Adventist Review que los incendios fueron “necesarios”.

“No son los edificios o las instituciones lo que le da carácter a la iglesia, sino la fidelidad e integridad de sus obreros”, dijo Simmons. “Somos templos de Dios”.

A pesar de ello, destacó Simmons, los fracasos y problemas de Battle Creek fueron las cenizas a partir de las cuales surgieron instituciones tales como la Universidad de Loma Linda y la Universidad Andrews.

Simmons también repasó el desarrollo del sistema educativo adventista, que ahora conforma una red de 112 colegios superiores y universidades y unas ocho mil instituciones educativas en todo el mundo, atendiendo a alrededor de 1.700.000 estudiantes. El establecimiento de un sistema educativo de la denominación fue una idea tardía para los primeros adventistas, muchos de los cuales cuestionaban el valor de invertir en la educación cuando se esperaba que el fin del mundo era inminente.

Jaime White, unos de los fundadores de la iglesia, estuvo entre los primeros partidarios de la educación adventista, al expresar: “El hecho de que Cristo viene pronto no es razón para no mejorar la mente”.

Los primeros adventistas tampoco se mostraron siempre comprometidos con la misión mundial. Pasó más de una década entre la fundación de la iglesia y el momento en que John Nevins Andrews se embarcó con rumbo a Europa como el primer misionero de ultramar de la denominación.
En su presentación del sábado por la tarde, Trim volvió a contar el cambio en las actitudes de los adventistas que llevaron a que la Iglesia Adventista pasara de predicar el mensaje solo en Norteamérica a un enfoque que llegara “a todo el mundo”.

Ted N. C. Wilson, presidente de la Iglesia Adventista mundial, insta a los delegados al Concilio de Primavera a que permitan que las lecciones históricas de este fin de semana “inspiren un regreso sin precedentes al mensaje de que Cristo muy pronto vendrá”.

Ted N. C. Wilson, presidente de la Iglesia Adventista mundial, insta a los delegados al Concilio de Primavera a que permitan que las lecciones históricas de este fin de semana “inspiren un regreso sin precedentes al mensaje de que Cristo muy pronto vendrá”.

En un principio, los adventistas estaban interesados en el lugar “providencial” de los Estados Unidos en la historia, dijo Trim. Se mostraban reacios a tomar las frases bíblicas “a todo el mundo” y “a toda nación” en forma literal, concluyendo que “no necesitaban salir del país para cumplir su destino profético”, explicó. En efecto, parte de la primera obra misionera de la iglesia fue alcanzar a las poblaciones inmigrantes de los Estados Unidos.

Para 1873, fue una vez más Jaime White que pidió un cambio. En un sermón, mencionó catorce veces que el mensaje adventista debía “ir a todos los pueblos”. En último término, dijo Trim, fueron los líderes de influencia como el caso de Jaime, el consejo profético de Elena White y la buena comunicación (informes constantes de Europa donde se detallaba la necesidad de hacer obra misionera en el continente) lo que llevaron a adoptar la misión mundial. Juntos, “estos implantaron pasión por la misión en el ADN adventista, que espero yo jamás sea quitado”, dijo Trim.

Al reflexionar sobre los cambios de enfoque y las cosas que llegaron a comprender los primeros líderes de la iglesia, el actual presidente de la iglesia mundial Ted N. C. Wilson agradeció a los presentadores de la tarde por destacar la necesidad de humildad y flexibilidad en el liderazgo, extrayendo esta lección de la vida del ex presidente de la iglesia George Ide Butler: “No se puede ser un líder y creer que uno lo sabe todo. Es necesario ir a la cruz cada día”, dijo Wilson.

Haciéndose eco del sermón de la mañana, el líder de la iglesia mundial también aprovechó la oportunidad para instar a los delegados a que no se vuelvan complacientes, sino que vuelvan a captar un sentido de urgencia respecto de la segunda venida. “¿Adónde vamos a partir de ahora?”, preguntó Wilson. “Usen las experiencias de este fin de semana para inspirar un regreso sin precedentes al mensaje de que Jesús volverá pronto. Seamos parte de este gran movimiento adventista”.

Al concluir las presentaciones de la tarde, Jim Nix, director del Patrimonio White, agradeció al ex presidente de la iglesia mundial Jan Paulsen quien, mientras estuvo en el cargo, fue el primero que sugirió que el Concilio de Primavera para conmemorar el 150° aniversario de la iglesia se llevara a cabo en Battle Creek.

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