Devocionales de profesor adventista instan a entablar diálogos apropiados sobre el sexo

Tenemos que recuperar “la espiritualidad de la sexualidad”, dice Nixon en la cumbre de Ciudad del Cabo

Cape Town, South Africa | Adventist Review/ANN staff

Ninguna otra denominación se encuentra hoy en “mejor posición” para recuperar “la espiritualidad de la sexualidad” que la Iglesia Adventista del Séptimo Día, expresó la semana pasada un profesor de teología en la cumbre sobre sexualidad de la iglesia en Ciudad del Cabo.

En una serie de devocionales matutinos, John Nixon, profesor de Religión y Espiritualidad en la Universidad Adventista Southern, dijo que las actitudes disfuncionales hacia el sexo entre los cristianos son resultado de “influencias extrañas” que “minan y distorsionan” las enseñanzas de Jesús.

“Hemos sido negligentes en enseñar la sexualidad cristiana en nuestras iglesias, escuelas y hogares. Esta es la raíz de la crisis sexual que enfrentamos ahora. Aun mencionar la palabra ‘sexo’ desde el púlpito nos pone incómodos”, dijo Nixon.

“En la iglesia, el espectro de la enseñanza sobre el sexo se limita a los extremos: el amor sin sexo (abstinencia) y el sexo sin amor (promiscuidad). La Biblia rechaza ambos modelos”, dijo Nixon a los delegados  que asistieron a la cumbre “A imagen de Dios: Las Escrituras, la sexualidad y la sociedad” en el Centro Internacional de Convenciones de Ciudad del Cabo (Sudáfrica).

Una breve revisión histórica ayudó a explicar de qué manera se fueron introduciendo en la iglesia actitudes no bíblicas respecto del sexo. El pensamiento helenista, dijo Nixon, enfrentó el mundo espiritual con el mundo material; así fue que un alma “buena” quedó atrapada en un cuerpo “malo” con deseos pecaminosos. Los escritos y las prácticas cristianas de los siglos II y III d.C. revelan una obsesión con el ascetismo, o la degradación física severa como medida de la espiritualidad. San Agustín (354-430 d.C.) sostenía que todos los pecados tenían su raíz en la sexualidad y defendió solo la procreación sin recreación.

El ascetismo glorificaba las penurias, y enseñó que dado que el cuerpo era malo, tenían que evitarse todos los placeres físicos, incluido el sexo dentro del matrimonio. Esta idea fomentó la práctica del celibato entre los cristianos, dijo Nixon.

“Los vestigios de esta filosofía aún están presentes en nuestra iglesia”, dijo Nixon. “Para muchos de nosotros, aún hay algo un tanto sospechoso en el placer sexual, aun dentro del matrimonio. Podemos participar, pensamos, pero sin divertirnos demasiado”.

Sin embargo, Dios no prohíbe o siquiera se limita a “tolerar” el sexo, dijo Nixon. “Dios lo celebra en el contexto del amor puro y genuino entre el esposo y la esposa”.

En efecto, la unión del marido y la mujer dentro de la “institución sagrada del matrimonio” es “una expresión plena de la imagen plural de Dios”, dijo, al citar Génesis 1:26 y 27. “Somos criaturas orientadas a las relaciones, creadas para complementarnos. El sexo no es tan solo un acto; es parte de nuestro ser”, dijo Nixon.

“No enseñamos una naturaleza humana dividida, un alma atrapada dentro de un cuerpo. Enseñamos una naturaleza holística. El sexo, que es físico, también impacta en el espíritu y la mente”, dijo Nixon.

Aun así, persisten los desafíos en la enseñanza de la sexualidad bíblica en los hogares, las instituciones educativas y las iglesias, en especial en un mundo que veo cualquier acto sexual voluntario entre mayores de edad como permisible, dijo. En las instituciones universitarias adventistas, Nixon dijo que ha observado que los estudiantes están cada vez más preocupados con la identidad sexual, y a menudo ven sus opciones sexuales a través de los lentes de la justicia social.

Demasiado a menudo, dijo, la Iglesia Adventista ha elegido el silencio antes que involucrarse en la conversación. “Nuestros hijos aprenden sobre sexo de lo que ven en el mundo. Crecen en un mundo donde la sexualidad alternativa comprende “la nueva normalidad”. Para ellos, el sexo busca la gratificación propia, la felicidad que yo me merezco, dijo.

Nixon contó entonces la historia de José registrada en el Génesis para ilustrar que la castidad y el celibato son en efecto objetivos que pueden ser logrados. José, dijo, demostró integridad y fidelidad aun al enfrentar grandes tentaciones.

“El pecado sexual se presta al ocultamiento porque acaso nadie nos ve, pero los momentos privados son los que revelan el verdadero carácter”, dijo Nixon.

Los padres, maestros y pastores adventistas tienen la responsabilidad de traspasar una perspectiva saludable del sexo dentro de los parámetros del matrimonio heterosexual, dijo.

“Que Dios nos ayude a cumplir con esa responsabilidad”.

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