En Camporí de Conquistadores, representaciones sobre Daniel transmiten grandes lecciones desde el escenario

Sólidas actuaciones enfatizan el lema “Fieles para siempre” elegido para el evento

Oshkosh, Wisconsin, United States | Ansel Oliver/ANN

Algo gracioso sucedió la otra noche en camino al trono. La peluca del rey Nabucodonosor voló por los aires mientras vociferaba frente a su trono.

Fue un momento inesperado que le sucedió el pasado miércoles al actor Bryan Roback mientras se sentaba en su trono, en medio de un escenario de treinta metros de ancho. Roback era parte de un reparto que actuó frente a 46 mil personas sentadas en sus sillas de campamento, en un campo en el medio del estado de Wisconsin (Estados Unidos). Aunque el percance no distrajo a Roback ni por un instante (como así tampoco a los demás actores, más allá de alguna sonrisita), el momento produjo una de las risas más estruendosas de la noche, tanto de la audiencia como de algunos actores detrás del escenario.

El incidente, sin embargo, fue pasado por alto rápidamente. Para muchos asistentes al Camporí de Conquistadores 2014 de la División Norteamericana, la representación vespertina es un momento culminante de los seis días del evento.

La obra continuada durante casi una semana presenta lecciones del libro bíblico de Daniel, y es la anteúltima parte del programa vespertino. El guion tiene aquí y allá momentos de humor ya planificados, pero los actores esperan que las decenas de miles de jóvenes adventistas presentes aprendan cuál era el secreto del éxito de Daniel. Al igual que el lema "Fieles para siempre" elegido para el Camporí, la vida notable de Daniel, que fue ascendiendo dentro del gobierno de Babilonia y sobrevivió al foso de los leones, es atribuida a su confianza en Dios.

Para Roback, un joven de 26 años oriundo del estado de Oregón que ahora trabaja en cine y teatro en Las Vegas, el papel del líder de Babilonia puede ser siniestro, pero dice que disfruta meterse en el papel con un propósito ulterior.

"No se puede tener el bien sin el mal", dijo Roback detrás del escenario en una entrevista este viernes. "Mi parte es ingresar a las tinieblas para que la gente pueda ver la luz".

Muchos jovencitos presentes dijeron que toman muy en serio la obra debido a la calidad de la actuación, el vestuario y la producción.

"Es divertido, y es realmente auténtico, creo yo", dijo Julia Fisher, una jovencita de 13 años del Club de Conquistadores Falcons de Fayetteville, del estado de Carolina del Norte. "Así es como me imagino que fue en la Biblia".

"En Hong Kong jamás he visto una representación como esta", dijo Trevor Ko, un joven de 15 años proveniente del Club de Conquistadores TaiWo de Hong Kong (China). "El vestuario, la utilería, la inmensa estatua... todo está muy bueno".

Más allá del impresionante escenario y de los cinco inmensos monitores de pantallas gigantes que se utilizan para presentar el programa vespertino, el Camporí es un espectáculo en sí mismo. Más de 44 mil personas han llegado desde el territorio de la División Norteamericana, y otras dos mil desde otros países.

El evento se lleva a cabo cada cinco años y, durante esos días, incrementa la población de la ciudad de Oshkosh en más del setenta por ciento. El campamento se extiende por doscientas hectáreas pertenecientes a AirVenture, de la Asociación de Aeronaves Experimentales. Es una semana llena de actividades, reuniones, intercambio de pines, servicio comunitario y momentos de picnic.

Al igual que el percance de la peluca de Roback, en ocasiones, los asistentes tienen que seguir adelante a pesar de los ocasionales contratiempos. A veces se arman largas colas delante de la sección de duchas y de baños químicos. El jueves estuvo muy frío, lo que frustró los planes de varios grupos que habían planeado una excursión a un parque acuático. Llovió el lunes de noche, lo que llenó de barro los caminos de las instalaciones.

A pesar de ellos, el clima ha sido agradable la mayor parte de los días, brindando lo que, afirman los asistentes, ha sido un buen ambiente para la adoración, juegos, marchas y la obtención de condecoraciones educacionales en áreas que van desde el espacio, la geología, los ríos, la electricidad, la moneda y las manualidades.

Hacia fines de cada tarde, los agotados jovencitos regresan a su campamento donde están los agotados acompañantes, algunos de los cuales cocinan todo el día para un club o para un grupo de clubes.

Muchos clubes se congregan bajo una tienda para cenar, participar de juegos de mesa y reír juntos; algunos se sientan tan solo a observar los caminos, donde circulan setecientos carros de golf.

Después de la cena, los clubes se dirigen hasta el anfiteatro al aire libre. Las multitudes llenan los caminos, llegando hasta un lugar festivo donde vuelan los Frisbees y las pelotas de playa, suenan bandas rítmicas improvisadas, y desfilan banderas internacionales por los pasillos.

El programa cuenta con un resumen diario de video, un acto de ventriloquia, actuaciones de talentos, servicio de cánticos, la obra de Daniel, y un mensaje de diez minutos de Sam Leonor, capellán de la Universidad de La Sierra, en el estado de California. Muchos asistentes dicen que sus devocionales también son un punto destacado del evento.

"Es breve, pero al punto. Es profundo", dijo Irma Tabárez, una joven de 16 años del la iglesia adventista Hispana Hermiston, del estado de Oregon.

Leonor resume la lección de la obra, y añade una anécdota personal, antes de instar a los jovencitos a que acepten a Cristo, que es el objetivo general del Camporí.

"Jesús es fiel para siempre", le dijo Leonor a la multitud el jueves de noche.

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