Cada Miembro, Un Sembrador

WILSON anima la participación total de los miembros durante el sermón del sábado del concilio anual 2015

Silver Spring, MD, USA | Ted N.C. Wilson

Transcripción del sermón del presidente Ted N.C. Wilson en el Concilio Anual 2015 de Silver Spring (Maryland, Estados Unidos), el pasado 10 de octubre de 2015.

Estamos viviendo en tiempos de cambios sin precedentes. Dios ha pedido a su pueblo remanente, la Iglesia Adventista del Séptimo Día, que prepare el camino del Señor, que se apoye por completo en él y reciba el poder de la lluvia tardía del Espíritu Santo. Es tiempo de dar el fuerte clamor final, que es la proclamación de los mensajes del primero, segundo y en especial tercer ángeles. Cristo nos ha llamado a ser sembradores de su Palabra. Nos ha llamado a seguir su ejemplo de servicio a los demás, al proclamar su verdad y justicia al mundo y anunciar su segunda venida. Los miembros de esta iglesia mundial de casi 19 millones de miembros son llamados a asociarse con el Sembrador Celestial, con Jesucristo, para proclamar su mensaje final de amor, justicia, redención y advertencias proféticas para el último tiempo como anuncio del pronto regreso de Cristo. ¡Cada miembro, un sembrador! Analicemos las instrucciones de Dios, la obra misionera práctica de evangelización basada en la Biblia y el espíritu de profecía, con numerosas referencias a ambos. Este sermón se parecerá más a un simposio de aprendizaje para todos nosotros en relación con la Participación Total de los Miembros, en lugar de un sermón tradicionalmente hablando.

Aprendamos juntos. Los invito a buscar Marcos 4:3-9. En este pasaje, Jesús estaba hablando a miles de personas junto al Mar de Galilea, cerca de las hermosas llanuras de Genesaret. Los oyentes podían ver en esa llanura y más allá en las laderas a los sembradores y segadores que, ocupados, estaban esparciendo las semillas y cosechando el grano temprano. Jesús identificó las verdades del cielo por medio de parábolas con referencias simples a lo que estaba sucediendo. Compartió la siguiente parábola con los que se encontraban en esa vasta audiencia junto al Mar de Galilea, y también lo hace con nosotros, el 10 de octubre de 2015, en este cómodo auditorio de la Asociación General, o donde sea que ustedes estén siguiendo esta transmisión.

Marcos 4:3-9 dice: “Oíd: El sembrador salió a sembrar;  y, al sembrar, aconteció que una parte cayó junto al camino, y vinieron las aves del cielo y se la comieron. Otra parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra, y brotó pronto, porque la tierra no era profunda; pero cuando salió el sol se quemó, y como no tenía raíz, se secó. Otra parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto. Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto, pues brotó, creció y produjo a treinta, a sesenta y a ciento por uno. Entonces añadió: ‘El que tiene oídos para oír, oiga’”.

¡Qué privilegio escuchar la Palabra de Dios, escuchar sus enseñanzas, comprender sus directivas para vivir la vida victoriosa por medio del poder santificador y justificador de Cristo! La Palabra de Dios está siendo ignorada cada vez más. Está volviéndose una moda interpretar y aplicar erróneamente lo que está señalado claramente en las Escrituras. Son cosas que están siendo reinterpretadas por los que participan de la alta crítica o del enfoque histórico crítico a las Escrituras, por los que se le colocan por sobre las Escrituras al interpretarlas de acuerdo con sus propias normas y enfoques. Tenemos que seguir y promover fielmente el método histórico bíblico de interpretar las Escrituras, permitiendo que la Biblia se interprete a sí misma línea sobre línea y precepto tras precepto. Como adventistas del séptimo día, deberíamos suscribir de manera especial al documento votado el 12 de octubre de 1986 en el Concilio Anual llevado a cabo en Río de Janeiro (Brasil). Este documento, titulado “Métodos de estudio de la Biblia”, presenta en detalle de qué manera estudiar la Palabra de Dios. Tenemos que seguir la perspectiva historicista de la comprensión profética y bíblica. Pastores, docentes, administradores, ancianos de iglesia, líderes, miembros. No permitan que nadie los aparte de una comprensión historicista y de la interpretación histórico-bíblica de las Escrituras. Manténganse firmes de parte de la Palabra de Dios.

Notemos las siguientes instrucciones que nos hablan de aceptar la Biblia tal cual se expresa: Testimonios para la iglesia, tomo 5, página 159: “Dios espera más de sus seguidores de lo que muchos piensan. A menos que queramos edificar nuestra esperanza de alcanzar el cielo sobre un cimiento falso, hemos de aceptar la Biblia tal como está escrita y creer que el Señor quiere decir lo que dice”.

El evangelismo, página 178: “Muchas personas llegan a transgredir abiertamente la santa ley de Dios, como resultado de su unión, de su acuerdo y de su colaboración con sus compañeros que son instrumentos de Satanás. Dios les envía luz para sacarlos del engaño, pero ellos rehúsan aceptar la Palabra de Dios tal como está escrita”.

Consejos para los maestros, página 337: “El procura enseñarles que el camino del Señor debe seguirse siempre muy de cerca, que su Palabra ha de ser aceptada tal como se la lee, y que los hombres no han de idear planes de acuerdo con su propio juicio, sin tener en cuenta su consejo”.

Profetas y reyes, página 185: “Muchos no vacilan en burlarse de la palabra de Dios. Los que creen esa palabra tal como se expresa son ridiculizados”.

Tengamos oídos que escuchan la Palabra de Dios, mentes que acepten la Palabra de Dios en su forma más simple, así como se expresa.

¿Qué quería Jesús que los discípulos y nosotros entendiéramos en relación con que cada miembro tiene que ser un sembrador de esta verdad preciosa en la Palabra de Dios? Jesús pasó a explicar la parábola del sembrador en Marcos 4:14-20 que fue leída en la lectura que hicimos de las Escrituras. El versículo 14 dice que “el sembrador es el que siembra la palabra”. Mateo 13:37 indica que el Sembrador de la buena semilla era el Hijo del hombre, Jesucristo. Él no vino como rey sino como sembrador, señalando la gran cosecha que se produciría después de dificultades y desafíos. Jesús dejó su hogar celestial para sembrar la Palabra de Dios en esta tierra. Tenemos que asociarnos con él como sembradores de la verdad. El libro Palabras de vida del Gran Maestro, en las página 19, dice “Sus servidores deben salir a sembrar de la misma manera […]. Así los que son llamados a unirse con Cristo deben dejarlo todo para seguirle a él […]. La semilla debe sembrarse con trabajo y lágrimas, en la soledad y mediante el sacrificio”. ¡Cada miembro, un sembrador! Participación Total de los Miembros en la última gran proclamación de este mensaje adventista.

Lucas 8:11 dice que la semilla sembrada era la Palabra de Dios. Las semillas tienen capacidad de germinar. Hay vida en la Palabra de Dios. Palabras de vida del Gran Maestro, en la página 20, señala: “En cada mandamiento y en cada promesa de la Palabra de Dios se halla el poder, la vida misma de Dios, por medio de los cuales pueden cumplirse el mandamiento y la promesa”. Y en la página 18: “Aquellos que estudian la Palabra de Dios con corazones abiertos a la iluminación del Espíritu Santo, no permanecerán en las tinieblas en cuanto a su significado”. En la página 21: “En los días de Cristo los rabinos interpretaban en forma forzada y mística muchas porciones de la Escritura. A causa de que la sencilla enseñanza de la Palabra de Dios condenaba sus prácticas, trataban de destruir su fuerza. Lo mismo se hace hoy en día. Se hace aparecer a la Palabra de Dios como misteriosa y oscura para excusar la violación de la ley divina. Cristo reprendió estas prácticas en su tiempo. El enseñó que la Palabra de Dios había de ser entendida por todos. Señaló las Escrituras como algo de incuestionable autoridad, y nosotros debemos hacer lo mismo”. Cada pastor, cada docente, cada miembro tiene que participar en ayudar a que todos lleguen a ser fervorosos estudiantes de la Palabra de Dios y que entonces la compartan.

El versículo 15 dice: “Los de junto al camino son aquellos en quienes se siembra la palabra, pero después que la oyen viene Satanás y quita la palabra que se sembró en sus corazones”. La preciosa Palabra de Dios cae en oyentes desatentos como si fuera sobre un duro sendero sin profundidad. La gente escucha pero no entiende. Satanás está listo para arrebatar la verdad de los que no están atentos y para neutralizar los efectos de la Palabra de Dios.

Los versículos 16-17: “De igual modo, los que fueron sembrados en pedregales son los que, al oír la palabra, al momento la reciben con gozo;  pero no tienen raíz en sí y no se mantienen firmes; por eso, cuando viene la tribulación o la persecución por causa de la palabra, tropiezan”. Esta semilla no puede hallar un suelo profundo en el que crecer. El egoísmo del corazón toma control y el corazón no se humilla bajo la comprensión de la culpa por el pecado. Se confía más en el yo que en la conexión con Cristo. Como las raíces no han ahondado en el suelo de la comunión diaria con Cristo, la persecución y la tentación ejercen su influencia. Palabras de vida del Gran Maestro, páginas 29 y 30, señala: “Muchos sienten su apartamiento de Dios, comprenden que están esclavizados por el yo y el pecado; hacen esfuerzos por reformarse; pero no crucifican el yo […].La verdadera santidad es integridad en el servicio de Dios. Esta es la condición de la verdadera vida cristiana […]. El que vive para sí no es cristiano. El amor debe ser el principio que impulse a obrar […]. Y el amor se revelará en el sacrificio […]. Por su causa anhelaremos el dolor, las penalidades y el sacrificio […].Sentiremos por las almas el mismo tierno afán que él sintió. Esta es la religión de Cristo […]. Ningún alma se salvará por una mera teoría de la verdad o por una profesión de discipulado. No pertenecemos a Cristo a menos que seamos totalmente suyos. La tibieza en la vida cristiana es lo que hace a los hombres débiles en su propósito y volubles en sus deseos. El esfuerzo por servir al yo y a Cristo a la vez lo hace a uno oidor pedregoso, y no prevalecerá cuando la prueba le sobrevenga”. Manténganse cerca de Dios y resistan ser un oyente del “sendero de piedra”.

Los versículos 18-19 expresan: “Los que fueron sembrados entre espinos son los que oyen la palabra, pero los afanes de este siglo, el engaño de las riquezas y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y la hacen infructuosa”. Es por ello que el reavivamiento y la reforma son tan importantes para nuestra vida. Si no preparamos el suelo para recibir estas semillas de  verdad, las malezas y las espinas pueden ahogar la preciosa Palabra de Dios. Los cuidados de este mundo pueden adquirir tal prominencia en nuestra vida que casi no podremos comprender los grandes mensajes que Dios tiene para nosotros. Palabras de vida del Gran Maestro, página 31, nos dice: “La gracia puede prosperar únicamente en el corazón que constantemente está preparándose para recibir las preciosas semillas de verdad. Las espinas del pecado crecen en cualquier terreno; no necesitan cultivo; pero la gracia debe ser cuidadosamente cultivada”. Es tan importante que nos mantengamos cerca del Señor por medio del estudio de la Biblia, el estudio del espíritu de profecía y la oración constante. Es por ello que es tan importante la iniciativa “Creed a sus profetas”, que implica leer un capítulo al día de la Biblia y porciones del espíritu de profecía como parte de nuestro crecimiento diario. Los invito a ser parte de la iniciativa mundial de “Unidos en oración”. No permitan que la Palabra de Dios quede ahogada por los espinos.

El versículo 20 dice: “Y los que fueron sembrados en buena tierra son los que oyen la palabra, la reciben y dan fruto a treinta, a sesenta y a ciento por uno”. ¡Qué privilegio es permitir que la Palabra de Dios penetre en nuestro corazón, y entonces compartirla con otros que a su vez crecerán y la compartirán con otros! ¡Cada miembro, un sembrador! Los que están representados por la buena tierra son los que tienen un corazón que cree y fe en la Palabra de Dios. Palabras de vida del Gran Maestro, en las páginas 39 y 41, señala: “El conocimiento de la verdad depende no tanto de la fuerza intelectual como de la pureza de propósito, la sencillez de una fe ferviente y confiada. Los ángeles de Dios se acercan a los que con humildad de corazón buscan la dirección divina. Se les da el Espíritu Santo para abrirles los ricos tesoros de la verdad. Los oyentes que son comparables a un buen terreno, habiendo oído la palabra, la guardan. Satanás con todos sus agentes del mal no puede arrebatársela […]. Nuestra parte consiste en recibir la palabra de Dios, aferrarnos de ella, y rendirnos plenamente a su dominio; así se cumplirá en nosotros su propósito”.

Es el propósito de Dios que todos seamos “oyentes de la buena tierra”, personas que confíen tan implícitamente en la justicia de Cristo para que está nos haga más y más semejantes a él. Dios quiere que seamos aprendices de él y sembradores de la verdad. Tenemos que sentirnos alentados al pensar que habrá muchos que escucharán cuando sembremos y recibirán la Palabra de Dios como “oyentes de la buena tierra”. Este es nuestro gran privilegio. Todos tenemos que ser sembradores de la Palabra. Cada miembro, un sembrador. Participación Total de los Miembros en esta última gran proclamación del mensaje.

El lema de este último Congreso de la Asociación General 2015, “Levántate, resplandece, Cristo viene”, tiene que ser el fundamento de todo lo que hacemos al avanzar en este nuevo quinquenio que abunda en incertidumbre. Sin embargo, está aún más lleno con la presencia y la conducción constantes de Dios. El Señor está llamando a la Iglesia Adventista del Séptimo Día para una misión y un propósito únicos en estos últimos días, para que participen junto con el Sembrador Celestial. Esta iglesia se inició por el mismo Dios en el momento correcto, en el lugar correcto y por la razón correcta, que es la de cumplir Apocalipsis 12:17, un pueblo “que guarda los mandamientos de Dios y tiene el testimonio de Jesucristo”.

Es con reposado respeto y humildad que todos tenemos que ser sembradores para Dios al apoyarnos plenamente en él para que nos conduzca.

Comprometámonos a seguir las instrucciones que Dios nos da en su preciosa Palabra y en el espíritu de profecía, para caminar diariamente con él en el estudio de la Biblia y la oración, permitiéndole que obre en nosotros el reavivamiento. Durante este nuevo quinquenio, bajo la dirección de la Comisión de Reavivamiento y Reforma, nos dedicaremos a un enfoque sumamente personal de este tema fundamental que aparece a lo largo de las Escrituras y el espíritu de profecía, el “Reavivamiento y la reforma: ¡Usted, su familia, su iglesia y su comunidad!” Nos encontramos en el umbral de la eternidad. Dios quiere obrar en y por medio de nosotros como sembradores de su Palabra.

Tomen en forma muy personal y seria este llamado de Dios. El reavivamiento y la reforma es un fundamento constante de todo lo que el Señor quiere hacer por medio de iglesia remanente para proclamar los mensajes de los tres ángeles y hacer que las personas regresen a la verdadera adoración de Dios.

En este contexto de “reavivamiento y reforma en usted, su familia, su iglesia y su comunidad”, incrementaremos el alcance fundamental del programa “Misión a las ciudades”, acompañado del “Ministerio Abarcador de Salud”, la publicación masiva y los ministerios de medios, y de tantas otras iniciativas departamentales e institucionales. Dentro de la tarea estratégica y de evangelización de sembrar la Palabra de Dios denominada “Alcanzar el mundo”, permítanme que explique un poco más las tres áreas de énfasis compartidas en el Congreso de la Asociación General:

  1. Cristo y su justicia: Reconocer la centralidad de la gracia de Cristo y su sacrificio por nosotros: Su gracia y la justicia que nos brinda la vida eterna. Cristo dijo en Juan 12:32: “Y yo, cuando sea levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo”. Comprometámonos en este marco del tiempo del fin para ensalzar a Cristo, su amor, su Palabra, su justicia, el servicio del santuario, su poder de salvación en el gran conflicto, el sábado como su día de reposo, sus mensajes proféticos, las enseñanzas del espíritu de profecía, los mensajes de los tres ángeles, el mensaje de salud, la misión de los últimos días al mundo y su pronta segunda venida. Cristo y su justicia tienen que llenar nuestra vida en todo lo que hacemos. Dependemos totalmente de nuestra relación con el Señor, y de la capacidad que él tiene de darnos la vida eterna. Los adventistas tienen que ser los que proclaman con más fuerza a Cristo y su justicia.
  2. Fidelidad a Dios: Dios nos muestra su fidelidad por medio de su poder; por ello, respondámosle siendo fieles a él. El Señor nos llama a ser fieles en nuestra propia relación con él, fieles a su Palabra, fieles en el estudio diario de la Biblia, fieles en el estudio del espíritu de profecía y fieles en nuestra constante vida de oración. En un mundo lleno de violencia cada vez mayor, de bombardeos, tiroteos y muertes trágicas en todo el planeta, seamos fieles al plan de Dios de restauración en su pronta segunda venida. Apocalipsis 2:10 nos dice: “¡Sé fiel hasta la muerte y yo te daré la corona de la vida!” Seamos fieles al entender cuál es nuestro papel de proclamar los mensajes de los tres ángeles y participar del fuerte clamor del tercer ángel, fieles para compartir el papel singular dado al movimiento adventista, fieles en nuestras relaciones familiares según las normas y la verdad de la Biblia, fieles en nuestra mayordomía cristiana, fieles en la Escuela Sabática y asistencia a la iglesia, y fieles para compartir a Cristo con otras personas. El mundo está inundado de conductas existenciales: la gente cree que todo es relativo. ¡Pero no es así! Hay absolutos, y estos se encuentran en la Palabra de Dios y en nuestra fidelidad rigurosa a la Palabra. Apocalipsis 3:11 nos dice: “Vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona”. Adventistas del séptimo día: ¡Seamos fieles a Dios!
  3. Participación Total de los Miembros en la Testificación y el Evangelismo: Mateo 9:37-38 nos desafía con la verdad que afirma que “la mies es mucha, pero los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies”. Santiago 1:25 nos amonesta para que seamos “hacedores de la palabra”. Juan 9:4 comparte la urgencia de lo que tenemos que hacer: “Me es necesario hacer las obras del que me envió, mientras dura el día; la noche viene, cuando nadie puede trabajar”. Hermanos laicos, los desafío para que se involucren en la misión diaria de la iglesia mucho más de lo que lo han hecho en el pasado. ¡Cada miembro, un sembrador! El plan estratégico actual de la Iglesia Adventista nos desafía con el objetivo de

“involucrar a todos los miembros, pastores y líderes en una sociedad plena”. Pastores y laicos, jóvenes y ancianos, tienen que trabajar juntos en la ganancia de almas. ¡Contamos con ustedes! ¡Dios está contando con ustedes! El evangelismo es la savia en la vida de la iglesia. Todos nosotros tenemos que participar de él, ya sea por medio de la testificación personal, del evangelismo de grupos pequeños, o del evangelismo público en sus diversas formas, aun si ustedes creen que no funcionará en la zona donde viven. Adapten sus métodos, pero trabajen para alcanzar a otras personas. ¡Hagamos algo por Cristo! Cada esfuerzo, bajo la conducción del Señor, de alcanzar los corazones de las personas, llevará fruto. ¡El evangelismo no está muerto! ¡Está vivo más que nunca antes! ¡Dios está en él! Es su plan, y él lo bendecirá.

Los líderes y los miembros de la iglesia tienen que trabajar codo a codo en la obra misionera. El siguiente consejo es absolutamente esencial para que todos sean sembradores de la Palabra de Dios. El libro Testimonios para la iglesia, tomo 9, página 95 dice: “Los dirigentes de la causa de Dios, como sabios generales, deben trazar planes para llevar a cabo acciones de avanzada a lo largo de toda la línea. En sus planes deben tomar en cuenta especialmente la obra que los laicos pueden llevar a cabo en beneficio de sus amigos y vecinos. La obra de Dios en este mundo no podrá terminarse hasta que los hombres y las mujeres que componen la feligresía de nuestra iglesia se interesen en la obra y unan sus esfuerzos con los de los ministros y dirigentes de la iglesia”.

Miembros de iglesia, permitan que el Espíritu Santo revolucione la manera que tienen de pensar. Tomen en sus manos la obra misionera de la iglesia de manera diaria, trabajando cerca de los líderes de la iglesia y  los pastores. Que exista una participación total. Qué nadie quede afuera. Cada miembro, un misionero. Hagan algo por Jesús y por los demás. No se queden mirando para adentro, limitándose a criticar la iglesia y sus actividades. Alcancen a otros para Cristo. No permitan que otra persona les diga que no son necesarios. El Espíritu Santo los capacitará como mensajeros del cielo en su vecindario. Trabajen cerca de su pastor, de su iglesia y asociación locales. El reavivamiento y la reforma llegarán a ser algo personal y real.

Ese libro maravilloso, Testimonios para la iglesia, tomo 9, nos habla de nuestra labor especial en la Participación Total de los Miembros. He aquí unos pocos pensamientos claves de varias de sus páginas: “Las verdades que debemos proclamar al mundo son las más solemnes que jamás hayan sido confiadas a seres mortales” (p. 17). “No olvidemos que el argumento más poderoso en favor del cristianismo es una vida semejante a la de Cristo […]. La gente creerá, no lo que diga el predicador, sino lo que viva la iglesia” (p. 18). “La obra de Cristo debe servirnos de ejemplo […]. Su vida de servicio desinteresado debe servirnos de manual” (p. 26). “Dondequiera que encontremos un trabajo que hacer, realicémoslo contemplando constantemente a Jesús. Centenares de almas serían ganadas para Cristo si los miembros de nuestras iglesias siguiesen esas instrucciones. Si cada miembro de la iglesia fuese un misionero activo, el Evangelio sería anunciado en poco tiempo en todo país, pueblo, nación y lengua” (p. 26). “El pueblo de Dios debe ser tan ferviente y fiel en la obra del Maestro que todo egoísmo quede separado de su vida. Entonces todos trabajarán en perfecta armonía, y se manifestará el brazo del Señor, cuyo poder se revelará en la vida de Cristo. Entonces renacerá la confianza y habrá unidad en las filas de la iglesia” (p. 27). “La mayor necesidad actual no es tanto de predicadores sabios y elocuentes como de hombres y mujeres que hayan aprendido de Jesús de Nazaret a ser mansos y humildes, y que confiados en su poder, irán por los caminos y vallados para dar la invitación: ‘Venid, que ya está todo preparado’” (p. 29). “Los que tienen a su cargo la responsabilidad de velar por la salud espiritual de la iglesia, debieran inventar medios y recursos a fin de dar a cada miembro de la iglesia la oportunidad de realizar una parte en la obra de Dios” (p. 94). ¡Jesús viene pronto! Levanten en alto esa bandera, y compártanla de maneras prácticas, señalando a los que los rodean Aquel que nos ha otorgado la salvación, y que ha prometido llevarnos pronto al hogar.

Necesitamos la capacitación total de los laicos y pastores, para que lleven la carga de la obra misionera y de evangelización de la iglesia a las ciudades y las zonas rurales. Esta es nuestra obra de sembrado, que nos fue encomendada por el mismo cielo: que todos nosotros trabajemos juntos en la Participación Total de los Miembros, bajo la conducción del Espíritu Santo.

Testimonios para la iglesia, tomo 7, páginas 12 y 13, dice: “El poder transformador de la gracia de Cristo moldea a quien se entrega al servicio de Dios. Cuando se halla imbuido del Espíritu del Redentor, está dispuesto a negarse a sí mismo, listo para tomar su cruz y presto a realizar cualquier sacrificio por el Maestro […]. Al cristiano no le interesa vivir para sí. Se deleita en consagrar todo lo que tiene y todo lo que es al servicio del Maestro. Lo motiva un deseo inexpresable de ganar almas para Cristo. A los que no participan en absoluto de este deseo, les conviene preocuparse por su propia salvación. Oren ellos por el espíritu de servicio”. Participación Total de los Miembros: Cada miembro, un misionero.

Que cada uno de nosotros participe en la ganancia de almas. Todos pueden compartir de manera personal, y muchos, lo que incluye a los laicos, pueden predicar la Palabra de Dios en las reuniones públicas. Es tiempo de que todos nosotros sintamos el desafío de un énfasis renovado en la obra misionera de evangelización, diciéndoles a los pastores que ingresen a nuevos campos para evangelizar, y que los laicos se ocupen de las iglesias y colaboren con el pastor en la obra misionera.

Escuchemos la instrucción divina en El evangelismo, páginas 280 y 281: “Al viajar por el sur rumbo al congreso, vi una ciudad tras otra en las cuales no se ha trabajado. ¿Cuál es el problema? Los pastores están revoloteando sobre las iglesias que conocen la verdad, mientras miles de personas perecen sin Cristo.

”Si se diera la instrucción adecuada, si se siguieran los métodos debidos, cada miembro de iglesia haría su obra como miembro del cuerpo. Haría obra misionera cristiana. Pero las iglesias se están muriendo, y necesitan que un pastor les predique […]. En vez de mantener a los pastores trabajando para las iglesias que ya conocen la verdad, digan los miembros de las iglesias a estos obreros: ‘Id a trabajar por las almas que perecen en las tinieblas. Mantendremos las reuniones, permaneceremos en Cristo, y conservaremos la vida espiritual. Trabajaremos por las almas que nos rodean, y con nuestras oraciones y donativos sostendremos las labores en los campos más menesterosos y necesitados’ […]. Nuestros pastores deben hacer planes sabios, como mayordomos fieles. Deben sentir que no es su deber revolotear sobre las iglesias que ya han sido levantadas, sino que deben estar haciendo una obra evangélica agresiva, predicando la Palabra y haciendo obra de casa en casa en lugares donde todavía no se ha oído la verdad […]. Que toda la tierra se llene con su gloria […]. Sobre cada individuo descansa la responsabilidad. ‘No que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios’”.

En el Manuscrito 61 del 17 de septiembre de 1909, figuran estas palabras de instrucción: “El mundo se está preparando para la obra final del mensaje del tercer ángel. La verdad tiene que avanzar ahora con un poder que no ha conocido por años. El mensaje de la verdad presente tiene que ser proclamado en todas partes”.

Testimonios para la iglesia, tomo 7, páginas 21-25: “Tenemos que proclamar al mundo un mensaje del Señor, un mensaje que ha de ser dado en la rica plenitud del poder del Espíritu […]. La mayor ayuda que pueda darse a nuestro pueblo consiste en enseñarle a trabajar para Dios y a confiar en él, y no en los ministros. Aprendan a trabajar como Cristo trabajó. Únanse a su ejército de obreros, y préstenle un servicio fiel.

“El Señor me ha presentado la obra que debe hacerse en nuestras ciudades. Los creyentes que hay en ellas pueden trabajar para Dios en el vecindario de sus casas […]. No es propósito del Señor que se deje a los ministros hacer la mayor parte de la obra de sembrar las semillas de verdad […]. Centenares de hombres y mujeres que están ahora ociosos podrían prestar un servicio aceptable. Proclamando la verdad en los hogares de sus amigos y vecinos, podrían hacer una gran obra para el Maestro. Dios no hace acepción de personas. El empleará a los cristianos humildes y devotos, aun cuando no hayan recibido instrucción tan cabal como la que recibieron algunos otros. Dedíquense los tales a servirle trabajando de casa en casa. Sentados al lado del hogar, pueden, si son humildes, discretos y piadosos, hacer más de lo que podría hacer un ministro ordenado para satisfacer las necesidades reales de las familias

“La formación de pequeños grupos como base del esfuerzo cristiano me ha sido presentada por Uno que no puede errar […]. Ciertas familias deben establecerse con humilde confianza en Dios en los lugares desolados de su viña […] Los misioneros que se sostienen a sí mismos tienen con frecuencia mucho éxito. Iniciada de una manera humilde y reducida, su obra crecerá a medida que avancen bajo la dirección del Espíritu de Dios […]. Nada contribuye tanto al éxito como el éxito mismo. Obténgase este por esfuerzo perseverante, y la obra progresará. Se abrirán nuevos campos. Muchas almas serán llevadas al conocimiento de la verdad. Lo que se necesita es que aumente la fe en Dios”.

Servicio cristiano, páginas 29 y 30: “La obra que hicieron los discípulos, tenemos que hacerla nosotros también. Todo cristiano debe ser un misionero […]. El pueblo fiel de Dios estuvo siempre constituido por misioneros activos, que consagraban sus recursos al honor de su nombre y usaban sabiamente sus talentos en su servicio […]. A toda nación, tribu, lengua y pueblo se han de proclamar las nuevas del perdón de Cristo. El mensaje ha de ser dado, no con expresiones atenuadas y sin vida, sino en términos claros, decididos, conmovedores. Centenares están aguardando la amonestación para poder escapar a la condenación. El mundo necesita ver en los cristianos una evidencia del poder del cristianismo. No meramente en unos pocos lugares, sino por todo el mundo se necesitan mensajes de misericordia”.

Escuchemos lo que nos cuentan tres jóvenes miembros de Brasil, que han tenido un impacto en la participación total para el Señor. En realidad, podrían ser de cualquiera de las trece divisiones del mundo, dado que en todas ellas hay testigos poderosos del Señor. Andressa, una jovencita de 13 años, llegó a ser un ejemplo poderoso de la Participación Total de los Miembros. Miremos el video.

[...]

Y el tiempo se había acabado. El sábado 22 de marzo de 2008, a las 7.15, en la ciudad de Pelotas (Río Grande del Sur), en la Semana Santa, mientras Andressa se dirigía a predicar en su iglesia, su automóvil chocó con un camión. En la colisión, cuatro damas perdieron la vida, y Andressa, de 14 años, fue una de ellas. En su corta vida, logró muchas cosas. Más de cien personas fueron bautizadas gracias a su testimonio, e incontables otros se sintieron inspirados por su ejemplo.

Una de las personas que se sintió inspirada por el ejemplo de Andressa fue Vitoria. Miren lo que le sucedió a Victoria cuando se involucró en la Participación Total de los Miembros con los jóvenes de un ministerio de grupos pequeños.

[...]

La dedicación y el compromiso de Vitoria son asombrosos. Pero permítanme contarles de Mateus, un joven que fue testigo de cómo sus padres llegaron a ser miembros de iglesia sumamente activos después de que ellos se bautizaron, porque se hicieron de amigos y organizaron estudios bíblicos. Escuchó que en el cielo, todos recibirán una estrella en su corona por cada persona que lleven a Jesús. Mateus invitó a dos de sus amigos para que hallaran personas que quisieran estudiar la Biblia con ellos. El primer estudio bíblico estuvo dirigido a toda una familia, y todos decidieron ser bautizados. Observen de qué manera Dios ha usado a Mateus en la Participación Total de los Miembros.

Mateus ha llevado a aproximadamente 979 personas a las aguas bautismales. Su objetivo es llegar a las mil personas para fines de 2015. Ahora bien, ¡eso sí que es Participación Total de los Miembros!

Al ver que se aproxima el tiempo del fin, renovemos nuestros esfuerzos de participar en todo lo que Dios quiere para su iglesia remanente: cada miembro, involucrado en ensalzar y compartir a Cristo, su Palabra, su justicia, el servicio del santuario, su poder de salvación en el gran conflicto, los mensajes de los tres ángeles, el mensaje de salud, la misión de los últimos días al mundo y su pronta segunda venida. Pronto, miraremos hacia el cielo y veremos que Jesús aparecerá en las nubes de los cielos como dijo que lo haría. Vendrá a llevarnos al hogar. Será la culminación de obra de redención, en la que usará a cada seguir que así lo desee para “Alcanzar al mundo”. ¡Qué resultado glorioso para su obra de justificación que nosotros podamos participar con el cielo para compartir este mensaje adventista de salvación. Hago un llamado a cada uno de ustedes, mediante el poder del Espíritu Santo, para que sean parte de la Participación Total de los Miembros. La lluvia tardía del Espíritu Santo se aproxima, y con ella la gran proclamación de cada persona de la tierra, en anticipo del pronto regreso de Cristo. Por la gracia de Dios, ¡seamos parte de ella! Si desea comprometerse con la proclamación divina para los últimos días de los mensajes de los tres ángeles usando todo medio posible para la Participación Total de los Miembros, ¿le gustaría acompañarme poniéndose de pie? Seamos fieles a la gran comisión divina, mientras permanecemos de pie y escuchamos a este poderoso llamado musical de un trío que nos habla de la fidelidad de Dios para obrar por medio de nosotros para cumplir la tarea que él le ha encomendado a su iglesia de “Alcanzar al mundo”. Los invito a escuchar en este momento el himno “Grande es tu fidelidad”.

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