Middle East and North Africa

Niños refugiados sirios dan calidez a un gélido campo de refugiados en Oriente

Niños refugiados del Centro de Aprendizaje Adventista ofrecieron artículos para el invierno a los refugiados del norte del Líbano.

Beirut, Lebanon | Chanmin Chung, communication coordinator, Middle East and North Africa Union

Veintisiete estudiantes refugiados sirios del Centro de Aprendizaje Adventista de Beirut (Líbano) se apretujaron en un pequeño autobús alquilado para el viaje de una hora y media al norte del Líbano, con el propósito de distribuir prendas de vestir y algunos alimentos donados.

Este proyecto anual comenzó como una simple tarea del centro para expresar gratitud por las donaciones y apoyo que recibe de diversas partes del mundo. Por ejemplo, los niños refugiados del centro han recibido chaquetas de invierno y botas para la lluvia.

Cada Navidad, el centro le da a cada niño una caja de zapatos con artículos útiles. Esta Navidad, los estudiantes recibieron el desafío de hallar un proyecto que beneficiara a otras personas. 

“Cada uno de los estudiantes tiene su historia de pérdida y situaciones traumáticas, pero a pesar de su pasado, pueden aprender a llegar a otros y ser una bendición para ellos”, dijo Alexis Hurd-Shires, director del Centro de Aprendizaje Adventista. 

Hurd-Shires dijo que aunque muchos de estos niños provienen de hogares que carecen de puertas, ventanas y paredes adecuadas, donde sus padres no tienen trabajo, y las familias no saben cómo pagarán el alquiler o comprarán alimentos, se mostraron diligentes en su tarea.

En contacto con amigos y vecinos, y aun usando parte de las donaciones que ellos mismos recibieron, los estudiantes juntaron ropas y zapatos hasta llenar más de treinta bolsas negras grandes con artículos.

El gesto de sacrificio de los niños refugiados tocó a los líderes de la iglesia.

“En ocasiones, me asombra cuántas veces compartimos lo que tenemos sin sacrificio alguno, pero otros comparten lo que necesitan haciendo un gran sacrificio”, dijo Rick McEdward, presidente de la Unión de Oriente Medio y Norte de África.

La historia de la acción de los niños refugiados lo llevó a hacerse otras preguntas. “¿Podría ser que los pobres están menos aferrados a las cosas, por lo que están dispuestos a correr el riesgo de compartir aun de lo poco que tienen?”, dijo McEdward.

Cuando los estudiantes refugiados, que llegaron con chaquetas, botas de lluvia y gorros bajaron del autobús, quedaron asombrados por escenas inusuales. Vieron niños descalzos, y refugiados que lavaban la ropa en el agua helada.

Los niños refugiados sirios del Centro de Aprendizaje Adventista se turnaron para llevar las bolsas de ropas y alimentos a cada tienda, y entonces se distribuyeron para pasar tiempo con los refugiados.

Eso les brindó oportunidades de observar las condiciones en las que viven.

“No tienen agua potable, ni una alfombra en el piso, y no hay escuelas”, dijo Mohammad, un niño refugiado sirio de 10 años que estudia en el Centro de Aprendizaje Adventista.

Los estudiantes jugaron al fútbol bajo los olivos, con niños que no habían visto una pelota en mucho tiempo, mientras que otros se dedicaron a conversar con las personas que viven en las tiendas.

Después de la visita, los visitants y los refugiados se reunieron en medio del fango para despedirse. 

 

“Cuando estábamos por irnos, una mujer mayor me susurró que, por pocas horas, los hicimos olvidar sus circunstancias y dónde se encuentran”, dijo Hurd-Shires. 

arrow-bracket-rightComentarioscontact