South Pacific

Comentario: La intervención decisiva de Dios

Está Dios activo o inactivo?

Sydney, Australia | Glen Townend

¿Por qué Dios no interviene para salvar los niños hambrientos de Yemen? ¿Por qué hay poco apoyo a los refugiados de Siria? ¿Por qué Corea del Norte ha permanecido tan aislada, amenazando al mundo con bombas nucleares? ¿Por qué la violación masiva de las mujeres en los conflictos políticos? ¿Por qué llevó tanto tiempo terminar con el cruel liderazgo de Robert Mugabe?

En tantas áreas, desde nuestra limitada perspectiva, Dios parece inactivo. No estamos solos en este punto de vista. Los salmistas se hicieron preguntas similares (véase Salmos 10, 22, 42, 43, 44, 74, 88).

Estas preguntas llegan a ser personales: ¿Por qué la esposa de mi hijo lo dejó? ¿Por qué mi hija perdió el trabajo? ¿Por qué no puedo hallar una relación significativa? ¿Por qué no hay descanso de las exigencias constantes de otras personas? ¿Por qué mis amigos me han abandonado en este momento de necesidad?

Las historias de la intervención divina en la vida de las otras personas son alentadoras, pero nos pueden dar sentimientos de celos y desamparo: ¿por qué ellos y no yo? ¿Cuándo intervendrá Dios?

Aunque las preguntas de más arriba son significativas, los seres humanos tienen dos grandes temas que resolver: el mal (el interno y el externo) y la muerte. Si Dios tiene algún valor, hay que hacer frente a esas cuestiones.

La intervención decisiva de Dios fue Jesús. Dios se hizo humano. Jesús venció el mal interior (Heb. 4:15). Él confrontó activamente el mal con la sanación y la compasión. Jesús tomó el castigo y la penalidad de todo el mal y conquistó la muerte (1 Cor. 15). Esas son nuestras realidades si escogemos creer en Cristo.

 

No es de asombrar que los ángeles cantaron con gozo: “Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres” (Luc. 2:14). Jesús nació como un Salvador del mal y la muerte. Él se ocupa de nuestras necesidades últimas. Estoy seguro de que usted y yo seguiremos haciéndole preguntas a Dios, pero que el favor incesante del Todopoderoso, su amor sin fin y su paz perfecta estén en nuestros corazones y mentes, no solo esta Navidad sino todo el año.

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