Southern Asia-Pacific Division

La serie “40 días” lleva a una mujer al bautismo

Durante la pandemia de COVID-19, Virgie Vanhauwermeiren buscó distracción del aislamiento en su teléfono móvil. Sin embargo, lo que encontró le cambió la vida.

Tras perder a su hermana en un trágico accidente de tráfico en 2017, Virgie Vanhauwermeiren, una filipina residente en Bruselas (Bélgica), se enfrentó a una profunda soledad. Aunque estaba casada, la batalla de su marido contra la enfermedad de Alzheimer lo había llevado a internarse en una residencia de ancianos. Enfrentada a la desalentadora perspectiva de vivir sola, Virgie se confrontó a numerosos desafíos cada día, esforzándose por descubrir el propósito y la plenitud de su vida.

“Sentía como si el peso del mundo estuviera sobre mí. Nunca imaginé que la soledad pudiera ser tan aplastante”, dice Virgie. “Anhelaba encontrar un camino hacia la sanación, pero me sentía perdida, sin saber por dónde ni cómo empezar”, añadió.

Cada día, Virgie hacía un esfuerzo consciente por infundir sentido y propósito a su vida. En busca de consuelo, recurrió a la Biblia. Sin embargo, al carecer de un enfoque estructurado, se encontraba a la deriva, insegura de por dónde empezar. Con la esperanza de un encuentro transformador, hojeó las páginas al azar, solo para encontrarse con la decepción. A medida que la soledad se apoderaba de ella, el inicio del bloqueo en Bélgica debido a la pandemia de COVID la aisló aún más, impidiéndole visitar a su marido en la residencia de ancianos.

“Visitaba a mi marido en la residencia, pero solo nos dejaban vernos afuera y ver a nuestros seres queridos a través de la ventana. Era desgarrador, porque esos eran los momentos en los que mi marido más me necesitaba y, sin embargo, no podía estar a su lado. Buscaba respuestas entre tanta tristeza, pero no sabía dónde encontrarlas”, se lamenta Virgie.

Día tras día, el silencio de la soledad pesaba, creando una atmósfera de aislamiento inminente. El silencio abrumador llevó a Virgie a buscar consuelo en su teléfono móvil, con la esperanza de aliviar la monotonía de sus días. Mientras se desplazaba por las redes sociales, se topó con una imagen desconocida: un hombre hablando a la cámara acerca del COVID. Intrigada, se detuvo para aprender más sobre la pandemia y explorar estrategias para superar su impacto global. Cada minuto que pasaba, Virgie se sentía más cautivada por el mensaje. Su poder resonaba profundamente en su interior. Trascendía el mero debate respecto a la enfermedad, para ofrecer una visión de una fuente divina en la que todos pueden descubrir una paz que sobrepasa el entendimiento.

“Me topé con la retransmisión en directo de Hope Channel, en el sur de Filipinas. Al principio, pensé que era un debate acerca del COVID, así que me interesé. Al seguir viendo, me di cuenta de que el programa se centra en la esperanza viva que podemos encontrar en Jesús en medio de cualquier circunstancia”, explicó Virgie.

Durante el apogeo de la pandemia, Virgie empezó a ver casualmente esta serie, producida por el pastor Edwin Gulfan y Hope Channel del Sur de Filipinas. Sin embargo, pronto se convirtió en un hábito, ya que llegó a ser una ávida espectadora, en busca de iluminación y una comprensión más profunda de la Palabra de Dios.

Siguió las series “Cristo, nuestra victoria en la angustia” y “Sana tu estilo de vida2 y finalmente se adentró en la primera temporada de “40 Días: Mi viaje con Dios”.

La serie “40 días: Mi viaje con Dios” se inspira en diversas fuentes; entre ellas, el significado del número 40, que a menudo se asocia con el crecimiento y la transformación espirituales. Este número simboliza el periodo de cuarentena, como los 40 días que Moisés pasó en el monte Sinaí recibiendo la guía divina, así como la duración del ayuno de Jesús en el desierto tras su bautismo. Mediante este programa, los participantes se embarcan en un viaje transformador, reflexionando en estas profundas conexiones espirituales y buscando el crecimiento personal y la iluminación.

Virgie ha seguido con dedicación el programa “40 Días: Mi viaje con Dios” desde sus inicios. Se sumergió en los mensajes, estudió diligentemente las Escrituras y mantuvo un diálogo continuo por medio de la oración, buscando fervientemente sabiduría y discernimiento para comprender los planes de Dios para ella en sus circunstancias actuales.

Los misioneros digitales la acogieron calurosamente cuando se puso en contacto con el equipo de emisión. Su respuesta y apoyo tranquilizaron a Virgie y la motivaron a estudiar la Biblia.

Por primera vez, la Biblia tenía sentido. Escuchó el mensaje de Dios por medio de los locutores programados y no faltó ni un solo día. Su breve e inesperado encuentro con el mensaje de Dios en las redes sociales la llevó a descubrir la esperanza y la sanación que se encuentran en Jesús.

No pasó mucho tiempo antes de que Virgie decidiera bautizarse.

Virgie tomó la firme decisión de abrazar a Jesús como su Salvador. Virgie se encontró por primera vez con el mensaje adventista del séptimo día, pero en aquel momento no conocía ninguna iglesia adventista en Bruselas. Después de terminar la serie bíblica de 40 días, observó con admiración cómo personas de toda Filipinas hacían fila para bautizarse durante la retransmisión en directo. Ser testigo de su entusiasmo animó a Virgie a buscar una iglesia adventista para bautizarse.

Al poco tiempo, Virgie descubrió una iglesia situada a 221 km (138 millas) de Bélgica. El equipo de comunicación de la campaña “40 días: Mi viaje con Dios” desempeñó un papel crucial para ponerla en contacto con esta iglesia de los Países Bajos. A pesar de la distancia, Virgie no se dejó intimidar. Se puso en contacto con la iglesia, compartió su historia y expresó su deseo de visitarla para bautizarse.

En marzo de 2021, Virgie tomó los 40 días para estudiar la Biblia, viajó la distancia de 221 km, y conoció a Jesús en los Países Bajos mediante el bautismo.

“Mis días de soledad quedaron atrás”, declaró Virgie. “La mano de Dios estaba en control de todo desde el principio mientras se desarrollaba providencialmente. Cada día tenía un valor, incluso en las profundidades de la desesperación, ya que servían como instrumentos de Dios para llevarme a una profunda alegría que solamente se encuentra en él. He descubierto mi propósito, y ahora estoy ansiosa por participar en la misión de Dios de difundir el Evangelio por diversos medios”, concluyó.

El artículo original se publicó en el sitio web de la División Sudasiática del Pacífico.